Durante los tratados entre México y China sobre migración, los primeros chinos que llegaron al país llevaron el opio a México entrando por el puerto de Mazatlán; sin embargo, era una sustancia natural utilizada en su país de origen. Según su relato, e Mazatlán un caso de divorcio entre un chino y una mexicana dio pie a comentarios sobre las costumbres atribuidas al esposo, quien “comía ratoncillos con limón y otros guisos de este género, practicaba el culto de Mahoma, se negaba a tomar baños, todo lo cual quería como estilo de vida que adoptase su compañera, además de pretender que usase hasta las prendas de ropa usadas en China, y que fumara opio”.
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