Ello llevó a que los distintos clubes buscaran nuevos uniformes y que el Madrid Football Club, decano de los clubes madrileños, reivindicase para sí el uso de uno totalmente blanco tal y como figura en sus estatutos fundacionales. Hay pocos clubes y futbolistas que tengan esta filosofía de firmar para tantos años, pero el caso de Moncayola demuestra que sí existe la fidelidad o el romanticismo en el fútbol profesional.
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